El espinoso inicio del gobierno Duque

El acelerado desgaste de la imagen presidencial, la inexistencia de una mayoría de apoyo en el Congreso y el aumento de la conflictividad social auguran un periodo presidencial lleno de dificultades, si no se logra corregir el rumbo, mediante una mejor interlocución con los partidos, un liderazgo más claro y una mayor capacidad de diálogo social.

-Redacción Política
24 de noviembre de 2018 - 02:00 a. m.
En sus discursos, el presidente Iván Duque sigue insistiendo en la necesidad de lograr la unidad del país.   / Presidencia
En sus discursos, el presidente Iván Duque sigue insistiendo en la necesidad de lograr la unidad del país. / Presidencia

Iván Duque es el presidente, desde 1994, con peor imagen al comienzo de su mandato. La actividad legislativa en los primeros 100 días de gobierno no se diferencia mucho de sus predecesores, en cuanto a proyectos y reformas propuestas. Otro elemento que complica las perspectivas del jefe de Estado en este arranque es que se produjo un importante incremento de las protestas sociales. Y estos temas —baja popularidad y descontento ciudadano— han afectado la gobernabilidad e incrementado la polarización, haciendo difícil, por no decir imposible, lo de su discurso de posesión cuando habló de unificar el país.

Es claro que sus opositores están al acecho de oportunidades para sacar provecho político, algo particularmente relevante de cara a las elecciones de alcaldes y gobernadores en octubre del 2019, que bien podrán ser vistas como un referendo a la gestión del primer mandatario y el mismo Centro Democrático.

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Son, a grandes rasgos, los puntos claves del informe titulado 100 días de Duque, elaborado por la consultora Colombia Risk Analysis, en el que se advierte que el acelerado desgaste de su imagen, la inexistencia de una mayoría de apoyo en el Congreso y el aumento de la conflictividad social, auguran un periodo presidencial lleno de dificultades, si su gobierno no logra corregir el rumbo, mediante una mejor interlocución con los partidos, un liderazgo más claro y una mayor capacidad de diálogo social.

El documento aborda los tres ejes que, considera, son sobre los que gira la gobernabilidad de Duque: su agenda legislativa, la valoración que la opinión pública hace de su gestión y la protesta social.

Sobre la agenda en el Congreso, hay una similitud en cuanto al número de iniciativas presentadas con respecto a las radicadas por anteriores presidentes: alrededor de 20. Pero los problemas están relacionados con la eficacia en su trámite, pues considera que Duque carece de una sólida mayoría que opere como coalición de gobierno, y por ahora no se ven mecanismos formales de diálogo y concertación con los partidos.

Esa tempranera pérdida de gobernabilidad, plantea Colombia Risk Analysis, radica, en parte, en que no se ha reemplazado la mermelada: “El presidente ha sido enfático en hacer cambios sustanciales en la forma como el Ejecutivo se relaciona con el Congreso, eliminando las prebendas burocráticas y presupuestales que se les daban a senadores y representantes, lo cual es coherente con el discurso anticorrupción. Lamentablemente, los cambios planteados no han sido sustituidos por alguna otra forma de relacionamiento, y no ha habido escenarios de diálogo para discutir la agenda legislativa”, señala el informe.

El otro lío es el incumplimiento de las promesas de campaña. “El presidente es preso de sus promesas de campaña y las evidentes contradicciones de estas con el ejercicio a la hora de gobernar. En campaña, y durante su período en el Senado, Duque reprendió al gobierno de Santos por haberse elegido con unas ideas y haber gobernado con otras. Del mismo modo tildó al entonces gobierno de derrochón, prometiendo a su vez un programa de austeridad y una reducción de los impuestos, situación que como gobernante no ha podido cumplir. Algo similar, pero más complejo, ocurre con el tema del Acuerdo de Paz. A pesar de que la principal plataforma de la campaña del Centro Democrático fue hacer profundas reformas a este, ya en el poder, Duque parece haber cambiado de parecer. El Gobierno pretende entonces presentar leves reformas al Acuerdo, pero tampoco se la ha jugado de lleno por su implementación. Esta situación lo deja en el peor de los mundos, pues sus votantes más radicales le recriminan no echar para atrás lo pactado con las Farc, y quienes han defendido la paz tampoco lo apoyan, debido a su falta de compromiso con la implementación de los temas pendientes”.

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Frente a la protesta social, para Colombia Risk Analysis, no se ha abordado adecuadamente y las posiciones del ministro de Defensa, Guillermo Botero al respecto, diciendo que deben ser reguladas, no han sido controvertidas, lo que bien puede interpretarse como una señal de respaldo. “Las protestas sociales en los primeros 100 días no han sido tomadas en serio por el Gobierno. Dicha indiferencia es evidente en su negativa a dialogar con los estudiantes. En algunos casos, los enfrentamientos entre la Fuerza Pública y los manifestantes han dado aire a las manifestaciones e incrementado la indignación hacia el Gobierno. La actitud hacia los protestantes revela su incapacidad de entender las nuevas dinámicas sociales y le pasan factura al presidente, que insiste en que los manifestantes cesen sus actividades y renuncien al capital político que han ganado como condición para reunirse. A pesar de que Duque ha optado por un diálogo directo en las regiones a través de los talleres Construyendo País, este no es un mecanismo adecuado ni suficiente para el trámite de conflictos sociales. Evidentemente, la conflictividad social se ha incrementado y esta tendencia continuará al no ser abordada con la urgencia e importancia requerida”.

Por último y frente a todo este panorama, el análisis concluye que la polarización no está siendo zanjada por Duque, quien si bien en sus discursos insiste en la necesidad de unificar al país en torno a pactos nacionales, ese llamado no ha pasado de ser un simple eslogan. “Los llamados a acuerdos políticos de Duque con distintos grupos políticos no se han manifestado en iniciativas reales y contundentes. El partido de gobierno (Centro Democrático) no tiene mayorías legislativas pero pretende gobernar como si las tuviera. Duque ha dejado a la deriva las relaciones del Congreso y no es protagonista de los escenarios propicios para generar esos acuerdos nacionales que plantea, empezando por los proyectos anticorrupción. El presidente no implementa sus promesas de campaña y se aleja de su partido, pero, si decidiera apoyar las propuestas más radicales del uribismo, corre el riesgo de desconectarse de la opinión pública y acentuar la polarización. Si el presidente busca construir acuerdos nacionales debería empezar a hacer claro cuál es el camino que va a usar para lograrlos”, concluye Colombia Risk Analysis.

Por -Redacción Política

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