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La estupidez también es un crimen

Catalina Ruiz-Navarro
04 de diciembre de 2009 - 02:00 a. m.

Creo que Nicolás Castro, un estudiante de 23 años que creó un grupo en Facebook en contra de Jerónimo Uribe no tenía pensado materializar sus amenazas. Baso mi deducción en el sentido común.

Quienes se ponen en la bobada de hacer un grupo en Facebook contra Jerónimo Uribe, tienen 23 años, y estudian artes en la Tadeo; usualmente están vaciados, preocupados por el futuro sin trabajo que se viene y por salir a tomar el viernes. Además creo que alguien que tuviera planeado llevar a cabo acciones contra Jerónimo Uribe no las contaría en Facebook tan a la ligera.

Miguel Olaya, fiscal antiterrorismo, acusa a Castro de “intentar persuadir a otras personas para que asesinaran al hijo del presidente”. Esto me preocupa porque quiere decir que a uno lo pueden encanar con una acusación que tiene dos verbos como “intentar” y “persuadir” cuyas acciones recaen apenas en el campo de la posibilidad. Otra cosa sería si lo acusaran de “haber convencido a Sutanito” (Sutanito como nombre propio, más específico que el “otras personas” del fiscal) para que matara a Jerónimo, y Sutanito efectivamente llevara a cabo un atentado contra la vida del delfín.

Pero bueno, es cierto que no es prudente ni sabio andar por ahí diciendo que uno se compromete a matar a alguien, menos al hijo del presidente, pues por amenaza se pueden imputar cargos, que es lo que asumo que ocurrió con Castro. En el articulo 347 del código penal colombiano dice “El que por cualquier medio apto para difundir el pensamiento atemorice o amenace a una persona, familia, comunidad o institución, con el propósito de causar alarma, zozobra o terror en la población o en un sector de ella, incurrirá, por esta sola conducta, en prisión de uno (1) a cuatro (4) años y multa de diez (10) a cien (100) salarios mínimos legales mensuales vigentes.” ¿Tenía Castro la intención de causar terror o zozobra? Yo no creo, pero es apenas comprensible que Jerónimo se queje con su papá porque otros niños lo odian; todos lo hemos hecho alguna vez, pero frente a padres que no podían hacer nada al respecto.

Castro no debe estar hablando de matar a nadie, sobre todo si no tiene los medios para llevar acabo una acción contundente, el mismo dice “solamente soy un estudiante, no soy criminal ni terrorista.” Aun así el miércoles se le dictó medida de aseguramiento sin beneficio a  excarcelación, después de haberlo detenido gracias a un operativo de la Dijín (imagínense ustedes, ¡un operativo!) en Chía. Más que neutralizar a su enemigo mandándolo a la cárcel, pienso que Jerónimo debería sentarse a pensar por qué le cae tan mal a alguien como para que le hagan un grupo en Facebook en su contra. También sería bueno que el abogado, Jaime Lombana, el mismo que defendió exitosamente a Jerónimo cuando lo acusaron de plagio en los Andes, nos explique, en honor a la libre expresión, qué palabras debería usar un joven para hacer un grupo legalmente funcional en Facebook que expresara sus deseos de ver “desaparecer” al hijo del presidente.

En realidad la falta de Castro ha sido ser tan lengüilargo y me asusta que eso pueda provocar una medida de aseguramiento, sobre todo, porque en este país habladores, que se enorgullecen de su malicia indígena y de “poder vender hasta los papás” no hay cárceles suficientes para todos. ¿Qué será entonces de Pachito Santos que sale con cada ocurrencia, o peor, de nuestro presidente que, según me entere por Internet, amenazó a Luis Fernando Herrera con “darle en la cara, marica”?

Si nos tomamos en serio todas las amenazas pendejas que corren por ahí entraríamos en una cacería de brujas que sería terriblemente injusta y dispendiosa, pero también haría las delicias del morbo de los colombianos de paladares antropófagos (un gusto heredado, seguro, de los ilustres inquisidores de la colonia). Pero no. Afortunadamente no se le hace caso a todas las amenazas tontas porque si eso fuera así habría muchos encarcelados por amenazar en Facebook a Piedad Córdoba. 

Hay procesos judiciales y operativos de la Dijín que serian mas útiles para la comunidad que arrestar a Nicolás Castro, hay políticos cafres que roban plata y dejan a otros colombianos con hambre pero ninguno ha cometido un crimen tan tonto como Castro, por eso él está encerrado, y ellos no. Lo que este caso evidencia es que 1. Que nadie tiene claro como dirimir entre una amenaza real y un insulto grandilocuente. 2. Que ante la duda, se procesará solo a quienes amenacen a gente importante y 3. La estupidez también es un crimen.

Esto último es terrible porque la justicia colombiana ya tiene las manos llenas con el crimen, como para ponerse por ahí a combatir la estupidez.

 

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