Minimizar el número de participantes en las marchas del pasado domingo es de una inconcebible estupidez, un error que le puede costar caro al Gobierno. El mismo ministro del Interior, de las entrañas del Gobierno, reconoció que “pasar por encima de ese mensaje sería una torpeza”.
Una de las observaciones más sensatas acerca de las marchas fue de la directora del DAPRE, Laura Sarabia, “Hoy debemos tener la grandeza de reconocer que muchas personas se movilizaron, que lo hicieron con todas las garantías y pudieron expresar su descontento. Esta es una semana que como gobierno debemos afrontar en reflexión y autocrítica”. Por el contrario, minimizar la importancia argumentando que fueron “débiles” demuestra una total falta de sintonía con el país.
Un estudio de la Universidad de los Andes afirma que en la Plaza de Bolívar caben 55.612, aclarando que a la sola área de la plaza le caben 46.212 personas, y sumando las calles y escaleras de la Catedral primada, suman otras 9.400. Como partícipe de dichas marchas, y teniendo en cuenta que la carrera séptima desde el Parque Nacional hasta la Plaza estaba a reventar, es muy probable que el número de los capitalinos que salimos a marchar exceda, por un factor de más de cinco veces, las cifras que publicó este diario.
Impresionante la cobertura de las marchas por la prensa mundial. En la mayoría de los casos la protesta del pasado domingo fue reseñada en primera página. La Agencia France 24 aseveró que era una “protesta sin precedentes… [incluyendo] antiguos aliados que rechazan varias reformas, incluido su plan de nacionalizar los servicios de salud”. El País de España tituló “Multitudinaria protesta en Colombia”.
Uno debe asumir que cuando el presidente Petro, en relación con las marchas, afirmó que “mantener la captura de enormes cantidades de dinero público, usados como ganancias de particulares”, el mandatario por supuesto se estaba refiriendo es a los carrotanques de La Guajira.
Se equivoca Francia Márquez cuando afirma, despectiva o irónicamente, que “la oposición sale a marchar como si estuviera en un paseo”. El que no hubiera la menor agresividad por parte de los caminantes, ni intenciones de destruir el transporte público, monumentos ni comercios no implica que fuera un paseo. Es más, doña Francia, cuando llueve, la gente no suele salir a pasear. Paseo, doña Francia, es el que ustedes convocan en donde, con dineros de los contribuyentes, les ofrecen a los asistentes transporte, viandas, música y todo tipo de espectáculos, por no mencionar a los miles de indígenas que sacan de sus resguardos para ponerlos a azotar el asfalto en la capital. Lo que sí querían todos los que salieron ese domingo es expresar enfáticamente que haya un 2026 en que los colombianos podamos libremente decidir si seguimos por la senda radical del petrismo o si recuperamos lo desandado.
Para las marchas del domingo, Gustavo Bolívar hubiera perdido su tiempo organizando una “vaca” para presumiblemente proteger a la primera línea. En esta marcha no solo no había primera línea, sino que tampoco había intenciones de actuar violentamente. Todos los comercios tenían sus puertas abiertas. ¿Será la primera línea un fenómeno exclusivamente de zurdos?