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No eres tú, soy yo

Marc Hofstetter
13 de noviembre de 2022 - 05:00 a. m.

Está claro que la economía colombiana ha venido sufriendo síntomas de alta devaluación e inflación y tasas de interés de la deuda pública impagables (tanto que el Gobierno decidió suspender las emisiones de deuda por lo que resta del año). ¿Por qué?

Es tentador concluir que esos tres frentes de preocupación son un fenómeno global, que una misma ola atacó a la economía planetaria haciendo que ahora muchos tengamos devaluación, inflación y altas tasas de la deuda pública. Una mirada, por ejemplo, a otras grandes economías de América Latina, como Chile, Brasil y México, permitiría verificar que estas también enfrentan algunos de estos tres retos. Pero eso no significa que el diagnóstico apropiado sea culpar a esa ola externa de nuestras preocupantes cifras: en estas tres variables hay síntomas mucho más agudos en Colombia.

Comienzo con las tasas de interés de la deuda pública. Comparemos las tasas de interés de la deuda externa en dólares de Colombia con las del resto de América Latina. A comienzos de 2021, antes del paro nacional y la fallida reforma tributaria, Colombia pagaba tasas de interés 1,5 puntos porcentuales menores al promedio de la región. A mediados de este año, antes de la elección presidencial, la diferencia se había reducido a la mitad y ahora estamos pagando prácticamente las mismas tasas que la región. A todos se nos subió ese costo, pero a Colombia más que al resto.

En la tasa de cambio ocurre algo similar. Comenzamos el 2021 con una tasa de cambio frente al dólar de $3.400. A mediados de 2022 se había depreciado $300 y desde entonces otros $1.000. Si bien en muchos países del mundo se ha devaluado su moneda frente al dólar, si nos comparamos con los tres países mencionados —que comparten tener bancos centrales con esquemas monetarios similares al nuestro—, el hecho concreto es que el peso colombiano se ha devaluado significativamente frente a esos tres pares desde comienzos de 2021.

Y en el frente de inflación, que afecta a casi todo el planeta, una característica particular del incremento de precios colombiano es que los alimentos aquí han subido mucho más que en otras partes. Un reciente análisis publicado por el Banco de la República nota que ese sobredimensionado incremento no es explicado por la tasa de cambio, la importación de insumos ni el mal clima. La diferencia aparece justo tras el paro nacional de 2021 y va creciendo a partir de ese momento, indicando un posible efecto persistente de ese evento en la producción de alimentos en el país.

Los acontecimientos y las políticas públicas colombianas del ultimo año y medio son un factor relevante de nuestros males. La narrativa que echa la culpa de todo a la política monetaria de Estados Unidos (por ejemplo, el presidente Petro afirmando que “Estados Unidos, prácticamente, está arruinando a todas las economías del mundo”) es incorrecta. El punto de partida para enmendar errores, enfrentar debilidades y diseñar soluciones incluye aceptar que no eres tú, soy yo.

@mahofste

 

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