El Magazín Cultural

El mimo de la nariz roja

Juan José Aguirre (Artemio) es un mimo y “clown” que ejerce su labor como consultor teatral para las instituciones que necesitan espectáculos cortos y educativos sobre temas empresariales.

Carolina Rodríguez Monclou
18 de mayo de 2017 - 02:00 a. m.
Juan José Aguirre duró 15 años buscando el maquillaje para Artemio. / Cortesía
Juan José Aguirre duró 15 años buscando el maquillaje para Artemio. / Cortesía

Al hablar, lo mira a usted con ojos grandes y bien abiertos, analizando cada uno de sus gestos y movimientos.

Después de todo, ese es su trabajo: observar a la gente.

Con corazón de payaso y aspecto de mimo exalta lo más frágil de sí mismo para hacer reír a los demás: “mi función es conmover, sensibilizar, tocar en lo más profundo de la fibra humana”.

Es 1994. El reflector principal del Teatro Infantil del Parque Nacional se enciende y un Charles Chaplin a color emerge de las sombras.

“Artemio es… \presenta\ La Cita Embarazosa”.

Artemio entra con corbatín y nariz roja. Su chaqueta verde y sus pantalones negros le dan un porte elegante. Señala al público y asiente con la cabeza. Saca de un estuche invisible un anillo imaginario y se lo pone sobre el anular. Lo sopla y se lo muestra al público. Se hace detrás de una cortina negra y con el mismo atuendo regresa al escenario. Esta vez, como un personaje distinto. Gesticula enojado y maldice en silencio. Se mira a sí mismo afligido y se encoge de hombros. La música de fondo cambia a una canción triste mientras él se quita el anillo, lo pone de vuelta en el estuche y con pesar lo rechaza. Lanza un beso con dos dedos y termina la función.

Artemio, que viene de arte-mío, es el personaje que creó Juan José Aguirre: un payaso inocente y simpático que no teme mostrarse vulnerable. Bueno, en realidad es un mimo. De payaso solo le queda la nariz.

“La nariz de payaso te permite ser tú —aclara el artista—. Es el paradigma: todo el mundo vive enmascarado, pero la nariz se usa para que seas transparente”.

El espectáculo es en realidad una pantomima: una historia sin palabras. Se basa en el discurso universal; en el gesto, la emoción y el movimiento.

José creció viendo a su madre interpretar personajes y preparar actos. El abuelo de Artemio fue músico y director de la banda municipal de Bello Antioquia. Su tío, Jairo Molina Lince, fue un reconocido recitador colombiano y buen amigo de Mario Moreno, mejor conocido como Cantinflas. ¡Nació en una familia de artistas!

Después de su proceso de formación y de varios años difíciles, una de sus clientes, una gerente de una de las empresas que visitaba, se enamoró de él, ¡del mimo!, a él mismo le cuesta creerlo. Evoca a su esposa, Mary Sol, con ternura: “Ella me motiva, me dice que soy bueno, cree en mí, le gusta mi trabajo. Es vital y me lo hubiera perdido si hubiera tomado una mala decisión” reflexiona José, refiriéndose al momento en que pensó en quitarse la vida.

A decir verdad, muchos de sus días estuvieron llenos de amargura: el rechazo de su padre, las veces en las que lo robaron, lo plagiaron, lo estafaron. Ser payaso no es fácil y menos en un país donde no hay escuelas especializadas en esta profesión. Entonces, ¿cómo se prepara una función? ¿Intuitivamente?

“Primero tengo una idea —explica José— y esa funciona como la estructura de un edificio que no tiene paredes ni ventanas. Depende del acabado del edificio cómo sea la energía del público. Como payaso busco la complicidad y la solidaridad. A medida que voy encontrando eso van surgiendo las paredes. Entonces, la estructura es sensible: el edificio nunca va a quedar igual”.

Juan José Aguirre duró 15 años encontrando el maquillaje para Artemio. Realmente pone detalle y dedicación en su trabajo: es un hombre apasionado.

Lo más gratificante para él es cuando va a las fundaciones y los niños se le tiran a abrazarlo. El triunfo radica en depositar ilusiones en una persona enferma, triste o sola. Para librarse de la amargura, José creó a Artemio y lo que lo salvó no fue la imaginación sino la empatía de los espectadores.

“Sin actor no hay entretenimiento y sin entretenimiento sería un mundo tedioso. El público no sabe que el actor es un espejo”.

Es así como nos vemos a nosotros mismos en los comportamientos y actitudes del payaso. Artemio lo tiene más que claro: de la tragedia nace la risa.

“Eso fue lo que me enamoró a mí del payaso. Es trabajar desde adentro para ser verdaderamente yo. Si vamos a reírnos, que sea de mí”.

Hoy y mañana Artemio presentará “Humano, auténtico y luchador” en el Teatro La Mama, Calle 63 n.° 9-60 (Bogotá).

Por Carolina Rodríguez Monclou

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